¿POR QUÉ ME IMPORTA TANTO LO QUE LOS DEMÁS PIENSEN DE MÍ?

A veces me sorprendo a mí misma dándole vueltas a cosas que, en el fondo, sé que no tienen tanto peso. Pero ahí estoy, mordiéndome las uñas porque alguien dijo algo, porque alguien hizo un comentario que se quedó clavado en mi cabeza. 
Y aunque sé que no debería importarme tanto lo que piensen los demás, sigo atrapada en ese mismo ciclo. 

Es curioso, ¿no? Cómo dejamos que las opiniones de otros se conviertan en el espejo en el que nos reflejamos, incluso cuando ese reflejo está distorsionado. ¿Por qué me importa tanto lo que piensen de mí? Esa es la pregunta del millón, la que se cuela en las noches en las que no puedo dormir, la que se esconde detrás de la ansiedad y de la inseguridad. Y cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que no se trata solo de lo que los demás piensan de mí. 

Se trata de lo que yo creo que debería ser. De lo que he aprendido, desde pequeña, a valorar como importante. Nos enseñan a buscar la validación en el exterior. Nos enseñan que ser queridos, aceptados, valorados, es casi un requisito para sentirnos completos. Pero esa búsqueda constante de aprobación termina por alejarnos de nosotros mismos. Y ahí está el problema. 

Porque cuando pones tu valor en manos de los demás, dejas de ser libre. Dejas de vivir según tus propias reglas y comienzas a vivir según las expectativas de otros. 

Pero... ¿Cómo dejar de darle tanta importancia? Porque no es tan fácil como apagar un interruptor y ya. Es un trabajo constante, un recordatorio diario de que lo que realmente importa es cómo te sientes tú contigo mism@. Y es en esa intimidad contigo misma donde puedes empezar a encontrar la paz que tanto buscas en la aprobación externa. 

Es como si hubiésemos construido una vida entera alrededor de la idea de que necesitamos ser aceptados por todos para sentirnos completos. Pero, ten en cuenta que nunca seremos aceptados por todos. Y eso está bien. Porque no necesitamos la aceptación de todos. Solo necesitamos la nuestra. 

Cuando dejamos de buscar fuera lo que deberíamos encontrar dentro, algo cambia. El peso de las opiniones ajenas comienza a disolverse y, en su lugar, aparece una sensación de libertad. Porque, al final del día, la única persona que va a estar contigo en cada paso de tu vida eres tú. Y si te pasas la vida intentando agradar a los demás, te perderás a ti mism@ en el camino. 

Así que la próxima vez que te encuentres atrapad@ en esa espiral de pensamientos sobre lo que los demás piensan de ti, detente un momento y pregúntate: ¿De verdad me importa? ¿De verdad quiero vivir mi vida según lo que los otros creen o esperan de mí? Porque al final, la única opinión que cuenta es la tuya. Y cuando comienzas a vivir desde ese lugar de autenticidad, cuando empiezas a valorarte a ti mism@ por lo que eres y no por lo que los demás piensan, descubres que la vida se siente un poquito más ligera, un poquito más tuya. Y es ahí donde está la magia de la vida: en el momento en el que te liberas de las cadenas de la validación externa y comienzas a vivir desde tu propia verdad. 

Porque la verdad es que siempre habrá gente que te juzgue, siempre habrá opiniones sobre ti, pero cuando aprendes a escucharte tú antes que a los demás, te das cuenta de que esas opiniones no tienen tanto poder sobre ti. 

Tú eres dueñ@ de tu vida, de tu historia y solo tú decides cómo quieres contarla.

Comentarios

  1. Estoy completamente de acuerdo con esta reflexión, lo importante es tú valoración de ti mismo, gustarte a ti mismo sin que nadie te diga cómo tienes que ser, actuar o reflexionar. Saber ser tu mism@ es una gran virtud.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares