DE DÓNDE SACO LAS IDEAS PARA ESCRIBIR VS DE DÓNDE SACO LA INSPIRACIÓN

A veces, sentarte frente a una hoja en blanco y esperar que la inspiración llegue es como esperar a que pase un autobús en una estación desierta. Te quedas ahí, con el corazón latiendo un poquito más rápido de lo normal, sintiendo el cosquilleo de querer escribir, pero sin saber con exactitud qué o cómo. «¿De dónde saco las ideas?» te preguntas. «¿Dónde está esa chispa que necesito para comenzar?». Y ahí es cuando empiezas a pensar que la inspiración es algo mágico, etéreo, casi inalcanzable, como si fuera un secreto reservado solo para los elegidos. 
Hoy quiero contarte algo: la inspiración no es un don divino, no es algo que te llegue como un rayo de luz desde el cielo. La inspiración está en ti. Y lo mejor de todo, está en todas partes. Sí, lo sé. A veces suena como una frase sacada de una postal motivacional barata, pero te prometo que es verdad. 

La inspiración no se encuentra solo en los grandes momentos, en los sucesos trascendentales o en los giros dramáticos de la vida, la inspiración también está en lo cotidiano, en lo sencillo, en lo que a simple vista, parece insignificante. Y sobre todo, la inspiración se encuentra en cómo miras el mundo. 

Te diré un secreto: las ideas no se buscan, se encuentran. Y lo más curioso de todo es que, para encontrarlas, a veces ni siquiera tienes que hacer un esfuerzo consciente. Solo tienes que estar presente, atenta a lo que ocurre a tu alrededor y dentro de ti. Porque las ideas están ahí, esperando ser descubiertas en el gesto de una persona desconocida en la calle, en una conversación que escuchas en el café de la esquina o, incluso en la manera en que el sol se filtra por las hojas de los árboles un día cualquiera. 

La inspiración llega cuando dejas de buscarla de forma incansable y empiezas a abrirte a lo que ya está ahí. Piensa en los momentos en los que has estado por completo inmers@ en algo: cocinando, caminando por la playa, leyendo un buen libro, esos momentos en los que te pierdes en la experiencia, sin pensar en el resultado, sin esperar que algo extraordinario ocurra. Y de repente, ahí está. Esa idea que no habías visto antes, esa chispa que te ilumina por dentro. No la buscabas, pero llegó. 

Para mí, la inspiración tiene mucho que ver con la curiosidad. Con las ganas de descubrir el mundo y descubrirme a mí misma. A veces, encuentro ideas en mis emociones, en esos días en los que no sé muy bien cómo me siento, pero sé que hay algo en mi interior que necesita ser explorado. Esas emociones, a veces incómodas, a veces contradictorias, son una fuente inagotable de ideas. Porque lo que sentimos siempre tiene una historia detrás, una historia que merece ser contada. 

También encuentro inspiración en los otros, en las personas con las que me cruzo, en las historias que me cuentan, en las vidas que se entrelazan con la mía de maneras inesperadas. Escuchar a los demás es una forma maravillosa de abrirte a nuevas ideas, de ampliar tu horizonte, de ver el mundo desde perspectivas que quizás nunca habías considerado. 

Y es que, al final del día, escribir es un acto profundamente humano. Se trata de conectar con la experiencia de ser persona, con todo lo que eso implica y traducirlo en palabras. Y cuando sientes que la inspiración no llega, cuando te quedas atascada en el «no sé qué escribir», respira. No te presiones. La inspiración no es una meta a alcanzar, es un proceso. 

A veces, la mejor manera de encontrarla es dejarte llevar. Sal a caminar, ponte a escuchar música, observa cómo cae la lluvia desde tu ventana. A veces, cuando más intentamos forzarla, más esquiva se vuelve. Y, sin embargo, cuando soltamos el control, ahí está, esperándonos en un rincón de nuestra mente, lista para florecer. 

Si alguna vez te preguntas de dónde sacar las ideas, la respuesta es sencilla: de la vida misma. De tu vida, de tus emociones, de tus experiencias, de tus recuerdos y de tus sueños. De lo que ves, de lo que sientes y de lo que imaginas. No hay un solo lugar de donde nacen las ideas, porque la inspiración está en todas partes, esperando a que la mires con ojos curiosos y la invites a entrar. 

Escribir es un diálogo constante con el mundo y con nosotr@s mism@s. Es un proceso de descubrimiento y creación que se alimenta de todo lo que vivimos, de todo lo que nos rodea. 

Así que no te preocupes si hoy no encuentras esa chispa. La inspiración llegará, quizás cuando menos te lo esperes, quizás en el momento más sencillo, en ese pequeño detalle que antes te había pasado desapercibido. Solo tienes que estar presente y dejar que la vida te hable.

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