¿ESPERAS A QUE LOS DEMÁS TE VALIDEN COMO ESCRITOR/A? Tú tienes todo el poder para decidir eso.
¿Quién tiene el poder de decir quién es un escritor de verdad? ¿Son los demás los que nos otorgan ese título, con su validación, con sus aplausos y reconocimiento?
Es fácil caer en esa trampa, en la de pensar que solo seremos verdaderos escritores cuando alguien más lo diga, cuando nuestra obra esté publicada, cuando reciba críticas positivas o gane premios. Pero, ¿acaso es eso lo que importa?
Vivimos en una sociedad que nos enseña a medir nuestro valor en función de los resultados, a enfocarnos en el producto final y no en el proceso que nos lleva a él. Nos han hecho creer que solo somos dignos si lo que creamos gusta a los demás, si genera aprobación externa. Y, con creencias así, no es de extrañar que muchos escritores se conviertan en presa fácil de la ansiedad, de ese monstruo que nos susurra al oído que no somos suficientes, que aún no hemos llegado, que nos falta algo para ser validados.
Pero la realidad es que el verdadero poder del escritor no reside en la aprobación ajena, sino en su capacidad de sumergirse en el proceso creativo, de disfrutar del viaje, de perderse en las palabras sin pensar en lo que vendrá después.
Ser escritor no es un título que alguien más te otorga, es un estado del ser, una forma de ver el mundo, de conectarte con él a través de las historias que cuentas, de las emociones que plasmas en el papel.
La ansiedad, esa compañera indeseada que muchas veces se sienta junto a nosotros cuando escribimos, nace precisamente de esa expectativa de que el valor de nuestro trabajo será medido por otros. Pero, ¿qué pasaría si cambiáramos el enfoque? Si en lugar de pensar en el resultado, nos dedicáramos a disfrutar de cada palabra, de cada frase que escribimos, sin importar si alguien más la leerá, si será publicada, si será aplaudida.
El proceso de escribir es un acto de amor, de entrega, un momento de intimidad contigo mism@ y con las historias que quieres contar. No es necesario que alguien te valide para que seas un escritor de verdad. Ya lo eres en el momento en que decides sentarte y dejar que las palabras fluyan, en el instante en que te permites ser vulnerable, en el que te atreves a plasmar tus pensamientos, tus miedos, tus sueños en el papel.
Si alguna vez te sientes atrapad@ en la ansiedad, si te preguntas si lo que estás haciendo tiene valor, recuerda que lo importante no está en el producto final, sino en el proceso.
No dejes que la presión de la validación externa te robe el placer de escribir, de crear y de ser tú mism@ a través de las palabras. Porque al final, lo que de verdad importa no es lo que los demás piensen de tu obra, sino cómo te hace sentir a ti, cómo te transforma, cómo te permite expresarte.
Escribe para ti y por ti.
Y si algún día tus palabras llegan a otros y les tocan el corazón, que sea un regalo, no una condición para que te consideres un escritor. Porque el verdadero valor está en el acto de escribir, en la conexión que sientes con tu propio ser y con el mundo que creas. Y eso, nadie más que tú puede validarlo.

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