PASOS PARA COMENZAR A ESCRIBIR

Comenzar a escribir tu libro es como dar el primer paso en un viaje hacia lo desconocido. Es como pararse en la orilla de un gran océano con el deseo de cruzarlo, sin tener idea de cómo llegarás al otro lado, pero con la certeza de que dentro de ti tienes todo lo necesario para lograrlo. 
Este trayecto no se trata solo de poner palabras sobre el papel, sino de confiar en que esas palabras que, una vez escritas, te guiarán hacia el destino que has imaginado, aunque ahora solo sea una vaga idea en tu mente. 

Escribir un libro empieza mucho antes de que te sientes frente al ordenador o cojas el bolígrafo. Empieza en el momento en que sientes ese cosquilleo en el estómago, cuando sientes esa idea que no te deja en paz, que te sigue allá donde vayas y que, por más que intentes ignorarla, sigue ahí, esperando que la atiendas. Esa es la llamada, el primer susurro que te dice: «Es hora de empezar». Y aquí es donde se produce la magia: cuando decides escuchar esa llamada y dar el primer paso. 

El proceso de escribir un libro no es lineal y no siempre es fácil. A veces, es como caminar por un sendero lleno de curvas y, otras veces, es como deslizarse con fluidez por una carretera sin fin. Pero siempre, siempre, siempre, es un viaje de autodescubrimiento. Porque cuando escribes un libro, no solo estás contando una historia, también estás contando una parte de ti. Incluso si es ficción, cada palabra, cada frase, lleva un pedacito de tu alma. 

Los primeros pasos son sencillos, sin embargo, no por ello menos importantes. Todo empieza con la decisión de hacerle espacio a esa historia en tu vida. Y no hablo de encontrar el tiempo perfecto o de esperar el momento adecuado, porque si esperas eso, es posible que nunca llegue. Hablo de decidir, aquí y ahora, que tu historia merece ser contada. Esa historia que has llevado dentro por tanto tiempo, esperando a que le des vida, merece un lugar en el mundo. Merece ser escrita, incluso si en este momento no tienes claro cómo lo harás. 

Comienza por darle forma a esa idea. Quizás te sientes en una cafetería con una libreta en la mano y empiezas a escribir sin rumbo fijo o tal vez te encuentres hablando contigo misma en voz baja mientras caminas, tratando de desenmarañar los nudos de tu historia. Lo importante es que empieces, sin miedo a equivocarte. Nadie más está leyendo en este momento, solo tú. Y ese es el espacio más seguro para experimentar, para jugar, para descubrir qué es lo que en realidad quieres contar. 

Al principio, puede que todo se sienta un poco caótico, puede incluso que las ideas vengan a ráfagas, sin conexión aparente, pero no te preocupes, el proceso de escribir un libro es como armar un rompecabezas y esas piezas dispersas lograrán encontrarán su lugar. Confía en que, con cada palabra que escribes, estás más cerca de construir algo hermoso, algo que es tuyo por completo. Escribir un libro es también un acto de paciencia. 

A veces, las palabras fluirán como un río y, otras veces, parecerá que estás tratando de extraer agua de una roca. En esos momentos de sequía, no te castigues. 

Recuerda que todo proceso creativo tiene sus altibajos y que, incluso los grandes escritores, han pasado por momentos de duda. Lo importante es seguir adelante, un paso cada vez. No te obsesiones con el resultado final desde el principio. Ese primer borrador será solo el esqueleto de lo que más adelante se convertirá en tu libro. 

Permítete la libertad de escribir mal, de cometer errores y de cambiar de opinión a mitad de camino. El proceso de escribir un libro es tanto sobre descubrir la historia que quieres contar como sobre descubrirte a ti mism@ en el acto de contarla. 

Por tanto, si estás aquí, en este punto, con la idea de empezar a escribir tu libro, quiero decirte algo muy importante: ya lo has logrado. Porque el primer paso es siempre el más difícil y tú ya lo has dado. 

Ahora, lo único que necesitas es seguir caminando, palabra a palabra, frase a frase, párrafo a párrafo. No estás sol@ en este viaje y cada paso que das es una victoria. 

 Así que siéntate, respira hondo y deja que las palabras fluyan. Tu historia ya está dentro de ti, esperando ser contada. Y créeme, el mundo necesita escucharla.

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