SOLO RESPIRA
Hay días en los que siento que la vida me aplasta. No sé si te pasa a ti también. A veces es como si el peso del mundo entero cayera sobre mi pecho, haciendo imposible que el aire fluya con libertad, y me encuentro atrapada en esa sensación asfixiante, incapaz de encontrar el equilibrio que me devuelva a mi centro.
Todo parece urgente, todo parece vital, y, sin embargo, lo único que es esencial en esos momentos, lo único que puede salvarme del caos, es una acción tan sencilla como lo es respirar.
Respirar… Qué acto tan simple, ¿verdad? Pero qué fácil es olvidarlo cuando las tormentas internas se desatan.
Es curioso cómo podemos estar tan absortos en nuestras prisas, en nuestras preocupaciones, que dejamos de prestar atención a esa respiración que está ahí, dándonos la vida, manteniéndonos a flote. Y es en esos momentos de desconexión, de olvido es cuando más necesitamos regresar a esa verdad tan básica: solo respira.
Lo sé, parece una tontería.
A veces incluso cuando alguien me dice: «Tranquila, respira», mi primer instinto es rechazarlo. Como si esa persona no entendiera que el problema es mucho más grande que una simple respiración. Pero es justo en esos momentos de resistencia, cuando me siento desbordada, que más necesito recordar que respirar es el hilo que me mantiene unida a la vida. Es lo que me permite estar aquí, presente, a pesar de todo.
No es fácil, claro que no. Respiras en automático todos los días, sin darte cuenta, pero cuando lo haces de manera consciente, todo cambia. Es como si ese pequeño gesto de inhalar y exhalar tuviera el poder de limpiar el caos en tu mente, al menos por un momento. Es un regreso al presente, a lo que está ocurriendo aquí y ahora. Y en ese instante, aunque sea fugaz, encuentras algo de paz.
No te voy a mentir. He pasado por muchos momentos en los que lo último que quería hacer era respirar. Porque, ¿sabes? Respirar implica enfrentarte al dolor, a la incomodidad y a esa angustia que has estado evitando.
Cuando te permites respirar de verdad, te permites sentir y sentir puede ser aterrador, pero también es necesario. Porque es en ese sentir donde de verdad comienzas a sanar.
Y aquí está la cosa: no se trata solo de respirar para calmarte, no, va mucho más allá. Se trata de respirar para conectar contigo mism@, con tu ser más profundo. Respirar para recordar quién eres en medio de todo lo que ocurre a tu alrededor. Respirar para darte cuenta de que, aunque todo esté desmoronándose, tú sigues aquí. Respira, porque al hacerlo te reconectas con esa parte de ti que es indestructible, que es pura y que no depende de las circunstancias externas para estar en paz.
A veces me sorprende lo poderosa que puede ser una simple respiración. Es como si cada inhalación fuera una invitación a regresar a casa, a mi verdadero ser, y cada exhalación, una oportunidad para dejar ir todo aquello que no me sirve, todo aquello que me pesa. En esos momentos en los que me permito respirar de verdad, siento como si el tiempo se detuviera. Ya no importa lo que tengo que hacer después, ni lo que ocurrió antes, solo estoy aquí, respirando, y eso es suficiente.
Me he dado cuenta de que cuando estoy en paz con mi respiración, todo fluye de manera distinta. Los problemas no desaparecen por arte de magia, sin embargo, los veo con más claridad y dejo de sentirme tan preocupada por ellos, porque sé que tengo algo que me sostiene, algo que está siempre ahí para recordarme que, pase lo que pase, que yo puedo manejarlo. Solo tengo que respirar.
Es increíble cómo algo tan simple puede ser tan transformador. No necesitas nada especial para hacerlo. No necesitas un maestro, ni una técnica complicada. Solo necesitas estar dispuest@ a detenerte un momento, cerrar los ojos, si lo sientes, y dejar que el aire entre y salga de tus pulmones sintiendo cómo te llena de vida y te renueva con cada respiración.
Es fácil olvidarlo en el ajetreo diario. A veces ni siquiera te das cuenta de que llevas horas, días, semanas, viviendo con la respiración superficial, sin apenas darte permiso para inhalar de forma más profunda y sanadora.
Vivimos tan desconectados de nuestros cuerpos, tan enfocados en lo que ocurre fuera, que no nos damos cuenta de lo mucho que necesitamos esa conexión con nuestro interior. Pero cuando te permites parar, cuando haces una pausa y respiras de verdad, todo cambia.
Y no te estoy diciendo que con respirar se solucionarán todos tus problemas. Ojalá fuera así de sencillo, ¿verdad? Pero lo que sí te aseguro es que cuando respiras consciente, algo dentro de ti se acomoda. Es como si el simple hecho de volver a lo básico te ayudara a recordar lo que es importante. Respiras y, de alguna manera, todo lo demás se pone en perspectiva.
Creo que vivimos en una sociedad que nos enseña a huir de nuestras emociones, a mantenernos ocupad@s para no sentir. Pero eso no es vida. La verdadera vida está en la capacidad de estar presentes, de sentir todo lo que hay que sentir, sin miedo. Y la respiración es la puerta a ese estado de presencia. Es lo que nos conecta con la vida de manera directa, sin intermediarios.
Hoy, te invito a que respires. No de manera superficial, no solo por cumplir.
Te invito a que te sientes en silencio, cierres los ojos y respires profundo, sintiendo cómo el aire llena tus pulmones, cómo te nutre y cómo te devuelve a ti mism@. Hazlo ahora, en este mismo momento, porque el mejor momento para respirar de verdad, para volver a ti, siempre es ahora.
Y mientras respiras, mientras te conectas contigo mism@, permítete sentir todo lo que hay dentro de ti. No lo juzgues, no lo rechaces, solo respira a través de ello, sabiendo que estás aquí, en este instante, con todo lo que eres, con todo lo que sientes. Y eso es suficiente.
Respira, porque al hacerlo estás diciendo sí a la vida, a pesar de todo. Respira, porque es en esa respiración donde resides tú, con toda tu luz, con toda tu sombra, con toda tu humanidad.
Y recuerda, cada vez que te sientas perdid@, cada vez que el mundo parezca demasiado, cuando veas que todo va muy rápido, tienes una herramienta poderosa a tu disposición. No importa dónde estés, ni lo que estés haciendo, siempre puedes detenerte un momento y respirar. Y en ese simple acto, en esa conexión con tu ser más profundo, encontrarás el refugio que necesitas para seguir adelante.
Porque al final, no se trata de controlar todo lo que ocurre a tu alrededor. No se trata de tener todas las respuestas, ni de ser perfect@. Se trata de estar aquí, ahora, respirando, viviendo. Y eso, es más que suficiente.

.jpg)
.jpg)
Comentarios
Publicar un comentario